La aventura sobrenatural de Esther Cross y Betina González nos traslada a Europa durante las últimas décadas del siglo XIX. La lectura es un viaje en la máquina del tiempo de H.G. Wells: llegamos a un período vertiginoso debido a la aceleración de los descubrimientos científicos en física, química, biología, medicina, electricidad.
La gente está impresionada por un nuevo invento que les permite, por primera vez, comunicarse instantáneamente a través de grandes distancias: el telégrafo. Luego el teléfono implica que puedan hacerlo sin necesitad de un intermediario. La llegada de la electricidad ha cambiado el ritmo de la vida; ya no dependen de la luz del día, ni del fuego (y sus peligros) para iluminarse. También, ha aparecido la fotografía como medio para fijar las imágenes de la vida real y que perduren.
Todos estos inventos han promovido a la Revolución Industrial, cuyo origen podemos situarlo en Inglaterra, pero luego se desparramó por el resto de Europa. En este sentido, es importante destacar el influjo de época, un ambiente ávido de convivencia entre ciencia y superstición. Y hay algo que aún hoy todos sabemos: los fantasmas no existen, pero que los hay, los hay.
Con un fuerte asidero en este péndulo epocal, La aventura sobrenatural enlaza relatos que muestran la convivencia de la ciencia con la necesidad de rozar el más allá. Las historias ocurren sobre todo en Inglaterra durante el reinado de la reina Victoria quien aprovecha las innovaciones en comunicación y transporte. El Reino Unido se convierte en un imperio con un poderío sin precedentes.
También, es una época de gran represión sexual, sobre todo hacia las mujeres. El culto a la feminidad les exige sumisión y pureza para ser “damas de verdad”. Además, es la “era dorada” de la literatura: la poesía le dio paso a la novela y los escritores comienzan a reflejar las transformaciones sociales, científicas y tecnológicas: entre ellos, Oscar Wilde, Charles Dickens, Thomas Hardy, las hermanas Brönte, George Elliot, Conan Doyle, Bram Stocker, Henry James, Robert Louis Stevenson. El más popular es, sin duda, Oscar Wilde, quien es víctima de la moral victoriana y pasa de un estrellato artístico a ser condenado a la cárcel por la ofensa criminal que supone la homosexualidad.
Los relatos narran distintos episodios en los que vemos a varios de los escritores mencionados (y los que más, W. B. Yeats y Aleister Crowley) atraídos por el vértigo de convocar el más allá, correr el velo que lo cubre de misterio. La niebla envuelve Londres y la gente ve espíritus, los oye, siente cómo les rozan la piel. Cross y González reúnen las historias de quienes se dedican a estudiar el oscurantismo, la travesía a la penumbra, al abismo, al misterio de buena, convencida fe, y también los engaños impostados por aprovechadores. Numerosos charlatanes exprimen el deseo o lo usufructúan con magia, adivinaciones, telepatía, hipnosis.
La aventura sobrenatural es un viaje en el tiempo que nos hace sentir los olores de las ciudades y sus significados misteriosos. A lo largo de las páginas, nos parece convivir con la posibilidad de la magia, la cercanía del diablo, de renacidos, de almas en pena… con mensajes de lo que sucede del otro lado del velo que nos separa de la muerte. Hay una especie de doblez entre el deseo de la ciencia y lo sobrenatural, una atracción por el vacío, por llenar el horror vacui y quizás, por esa razón, la tendencia de la era victoriana a la ornamentación recargada y saturar las casas con objetos.
En esta época, además, Freud se pelea con Jung. El inventor del psicoanálisis quería que el estudio de la mente humana se remitiera solo a lo científico, mientras que Jung creía que había algo más, insondable. El primero acusó al segundo de místico incomprensible, ocultista, teopsicólogo. La aventura sobrenatural muestra lo que Freud intentaba comprender y explicar: las fuerzas inconscientes que motivan el comportamiento humano, fascinantes para los escritores. En esa línea nos encontramos con la teoría del doble, los doppelgangers. Incluso la idea de que las psiquis esconden memorias dañinas, traumas, impulsos, fobias que se reprimen por vergüenza o miedo y se desdoblan para defenderse. En este sentido, qué mejor ejemplo de disociación de la personalidad que Dr Jekll and Mr Hyde, de Stevenson (1886).
La realidad también ofreció una muestra de la monstruosidad del fenómeno. Jack el destripador, el asesino serial, tuvo aterrada a Londres durante esos años. Atacaba, degollaba y mutilaba prostitutas. Se convirtió en leyenda porque a la gente que vive en esa época que pendulea entre la certeza científica y la perplejidad de lo inexplicable, le atraían las patologías criminales; entender que alguien fuera capaz de cometer atrocidades. Del mismo modo, les deslumbraban las enfermedades mentales y las mentes que colapsan.
Este libro fue escrito a cuatro manos. Las autoras cuentan que investigaron y leyeron mucho durante el tiempo que demoró su escritura. La abrumadora investigación puede leerse en el viaje sobrenatural que el texto propone, el cual finaliza con la Primera Guerra Mundial, un acontecimiento macabro, el Frankenstein de la Industrialización: una guerra en gran escala gracias a las armas de fuego, bombardeos en aviones, gas venenoso, tanques, y movilizaciones masivas en tren. Después de una guerra comandada por generales lejos del frente y de las trincheras y delante a una maqueta que señala las estrategias con banderitas que despersonalizan la vida humana, no queda ánimo para la experimentación con el espiritismo y la magia. Luego de ese shock con más de diez millones de muertos, no debió haber habido lugar para que científicos y espiritistas se interesen en volverse invisibles, transmitir ideas por medio de pájaros, o leer las manos para adivinar el futuro.
La aventura sobrenatural es un libro largo que se lee rápido porque está escrito con simpleza y ritmo. El relato de cada capítulo corto se entreteje con el siguiente y acaso su mayor virtud sea el contextualizar textos memorables como El retrato de Dorian Gray, Drácula, Dr. Jekll and Mr Hyde, Alicia en el país de las maravillas, Cumbres Borrascosas, entre otros de esa época y lugar.
24 de mayo, 2023 Publicada en El Diletante